El viernes me
bajó la regla. Llamé a la clínica para avisar. La doctora muy amable -al otro
lado de la línea -me recordó el procedimiento que tengo que seguir a partir de
hoy. Al tercer día de regla se comienzan las inyecciones de Menopur, un
medicamento que hasta hace unos días me sonaba a ciencia ficción, y que ahora es
el primer paso para tener churumbeles.
No soy el caso
típico de paciente que se somete a la Fertilización In Vitro y supongo que
precisamente por eso aquí estoy, escribiendo sobre mi experiencia. No soy el
caso típico porque nos han mandado directos a FIV: mi marido -a quien a partir de ahora llamaremos Mr. Rood- tiene una
enfermedad hereditaria rara, pero no rara-rara, sino rara- rarísima de
cojoncillos. Así, en caso de embarazo natural, las probabilidades de que se
herede la enfermedad es de un 50%.
Tras diversos
cambios de opinión sobre el tema, finalmente decidimos hacer lo posible por
evitar la transmisión de la enfermedad. A esto se suma que con las pruebas que nos hemos hecho, hemos descubierto un cierto problema de movilidad en su caso y que tengo ovarios multifoliculares.
Cuestión que
para hacer el tema corto, hace unos minutos me he autoinyectado por primera vez
en mi vida, 225 de Menopur. Tengo tantas emociones juntas que no sé cómo voy a
sobrellevar el mes que se me viene encima… pero esto va… QUE EMOCIÓN. ¡Empieza
la fiesta!
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